La única manera de evitar consumir este tipo de grasa es leer detenidamente el listado de ingredientes de estos productos. Los más comunes a incluir aceite de palma y de coco son: cremas y coberturas de postres; productos para untar (cremas de cacao y margarina); snacks y pasteles (galletas, bollería industrial); todo tipo de precocinados; chips y aperitivos. Además, también se encuentra en muchos productos de cosmética, limipieza del hogar y en biocombustibles.
¿Y por qué es tan dañino el aceite de palma? Porque no todas las grasas son iguales. Las saturadas influyen en el aumento del colesterol sanguíneo, es decir las moléculas de grasa se van acumulando en las paredes de los vasos sanguíneos y los van obstruyendo dando lugar a dolencias graves cardiovasculares.
Pues bien, el aceite de palma presenta una alta concentración de ácidos grasos saturados, entre un 45-55%, frente a una media del 15% en otros aceites. Además, es pobre en otros ácidos grasos que si son beneficiosos para la salud, como los poliinsaturados Omega 3 y Omega 6, que sí se encuentran en otros aceites como los de oliva y girasol.
En definitiva, el aceite de palma no sigue la Estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad) de Protección de la Salud, que aconseja la reformulación de los alimentos, disminuyendo, entre otros, el contenido en grasas saturadas.
Por si fueran pocos los efectos perniciosos que el aceite de palma representa para nuestra salud, hay que añadir los medioambientales.
La superficie de explotación de palma es de unos 13 millones de hectáreas a nivel mundial, concentradas en su mayor parteen Indonesia y Malasia. Con bajo coste de producción y elevado rendimiento, estos cultivos se han desarrollado de forma extensiva, provocando un 14% de deforestación en Indonesia y un 20% en Malasia entre 1990 y 2005, según diversas fuentes de organizaciones ecologistas.
Esto se produce porque las plantaciones de palma desplazan los bosques tropicales autóctonos poniendo especies en peligro de extinción y desplazando a comunidades locales, además de que contribuyen enormemente a la emisión de gases de efecto invernadero. Según World Watch Organization, Indonesia es el tercer país que más gases de efecto invernadero produce, después de China y Estados Unidos.
A pesar de todo esto, el consumo del aceite de palma crece inexorablemente. Ha pasado de 43 millones de toneladas en 2009 a 65 millones en 2015.
Los últimos datos apuntan a que Europa es ya el segundo consumidor de aceite de palma, por detrás de China, con 4,1 MT, duplicando su consumo en la última década. Y a pesar de que somos uno de los mayores productores de aceite de oliva, España importó unas 70.000 toneladas de aceite de palma.
Las principales razones a su creciente consumo las encontramos en su bajo coste económico y también en su facilidad de transporte. Este tipo de grasa se solidifica a temperatura ambiente por lo que puede transportarse en cualquier camión, mientras que los líquidos, como lo aceites, requieren de cisternas especiales para su traslado.
De este modo nos encontramos que sumada una ventaja económica a la del transporte, puede situar a una grasa no saludable, como la más consumida en el mundo.
Todo esto es algo que nos debiera preocupar y mantenernos alerta, porque la mayor parte de las veces, ya sea por tiempo o por comodidad, compramos alimentos sin fijarnos en su ‘letra pequeña’ y esto va claramente en contra de nuestra salud, nuestro medioambiente y nuestra necesaria y reconocida dieta mediterránea.